miércoles, 4 de abril de 2018

Cascadas del Huéznar y Cerro del hierro (SE)


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Este monumento natural está conformado por una serie de cascadas que surgen al arrojar el río Huéznar sus aguas sobre unas peculiares formaciones calizas conocidas como travertinos. Esta ribera, que es una de las más emblemáticas y mejor conservadas del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla, ofrece un paisaje idílico, rebosante de frescor y riqueza, enmarcado por una geología que deja al descubierto valiosa información sobre los últimos 30.000 años de la región.
A lo largo de esta sucesión de pequeños saltos de agua, llamados Las Chorreras, el río recorre su cauce con aguas cristalinas y bajo un espectacular bosque galería donde abundan sauces y fresnos, teniendo también este espacio natural una importante presencia de otras especies vegetales como el madroño, el durillo o el arrayán. El monumento natural acoge, además, una rica variedad de fauna con especies como la garza real, el mirlo acuático, el martín pescador, el azor, la nutria, el galápago leproso o la trucha.
El baño está prohibido en las cascadas. La denominada playa de San Nicolás, aguas arribas del monumento natural, es el único lugar habilitado para ello.
A las Cascadas del Huesna se puede acceder a través de la vía verde de la Sierra Norte, un antiguo trazado ferroviario que ha sido acondicionado para su uso a pie o en bicicleta.
El cercano municipio de San Nicolás del Puerto, Iporci para los fundadores de origen Celta, ha acogido a numerosas civilizaciones que encontraron en el entorno una fuente de riqueza a través de la extracción de hierro y plata. Todavía, quedan algunos vestigios de esos tiempos como el puente de piedra sobre el río Galindón, de origen romano, o la Torre, perteneciente a una gran fortaleza árabe.


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El Monumento Natural Cerro del Hierro está situado a caballo de los municipios de Constantina y San Nicolás del Puerto, en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla y muy cerca del Monumento Natural Cascada del Huesna. Cobija un espectacular paisaje donde se aúna la acción de la naturaleza y la del hombre, cuyo resultado final ha puesto al descubierto un paleokarst de gran belleza e interés científico y didáctico. Asimismo, en su interior se localizan especies vegetales y animales de gran singularidad inmersas en un bosque de alcornoque muy bien conservado, salpicado de árboles tan interesantes como el quejigo y el roble melojo.
La vegetación crece entre las calizas, y también en los sombríos callejones y pozos. Aquí cohabitan diferentes especies de helechos como culantrillo de pozo, blanco y menor, doradilla, lengua de ciervo y helecho macho, algunos catalogados en el Libro Rojo de las Especies en Peligro de Extinción en Andalucía. Este ecosistema es idóneo para el desarrollo de especies rupícolas, es decír, plantas que están adaptadas a la vida entre rocas. Son numerosas las aromáticas -tomillo salsero, cantueso, manzanilla amarga-, los arbustos -madroño, bupléiro, lentisco, durillo- y las trepadoras.
En materia faunística hay presencia de búho real y cigüeña negra, en franco peligro. En los callejones y agujas se pueden ver durante todo el año diversas aves, como roquero solitarioy gorrión chillón; pero en primavera se suman otras como collalba rubia, golondrina dáurica o abejaruco. En invierno se puede observar al acentor alpino.
La presencia de hierro en las rocas de este cerro fue el origen del aprovechamiento minero que este enclave mantuvo desde época romana hasta el siglo pasado. Estos trabajos dejaron al descubierto un paisaje de formas y colores únicos en el que dominan agujas, corredores, poljes y dolinas, cavidades, simas, travertinos y lapiaces. Las responsables de esta singular belleza son las calizas, rocas que sufrieron una erosión parcial por efecto de la lluvia y de la nieve, dando lugar a este espectacular karst que hoy es reclamo para amantes de la escalada.
Todavía permanecen algunas infraestructuras que son recuerdo de su pasado minero, como el antiguo trazado ferroviario que unía la explotación con la estación de Los Prados-Cazalla. Su acondicionamiento como Vía Verde de la Sierra Norte permite recorrerlo a pie o en bici. La ruta parte del antiguo poblado de la mina, donde residían los trabajadores, y de la Casa de los Ingleses, residencia de ingenieros y gestores de la mina venidos desde Escocia a finales del siglo XIX.
Para conocer las singularidades de este Monumento Natural, nada mejor que recorrer otoño y primavera el sendero Cerro del Hierro, una ruta que se adentra en las galerías y túneles excavados en sus rocas.